La oftalmología bajo la mirada de la historia

15/09/2015 1.967 Palabras

Las recetas de los oftalmólogos Desde la remota antigüedad egipcia o griega se conocían tratamientos oculares específicos aconsejados y aplicados por los especialistas. En el mundo romano estos médicos eran, con mucha frecuencia, esclavos libertos y tenían el título de oculistas. El descubrimiento de los sellos galorromanos de oculista, pequeñas piedras planas, permite establecer una filiación de nuestras modernas recetas. El texto de estos sellos incluye esencialmente el nombre del oculista, el nombre de un colirio, la dolencia a tratar y, a veces, también el modo de aplicación de la medicina. Hay muchas recetas, pues, que se imprimieron así, sobre bastoncillos de una pasta que, diluida, proporcionaba el colirio a aplicar. Al no haberse conocido más que en oftalmología sellos de este tipo, parece deducirse que los oculistas de la época ocupaban ya un lugar aparte en el mundo de los medici. Durante muchos siglos, los tratamientos oculares no cambiaron en nada: consistían en aplicaciones diferentes de polvos vegetales o minerales, de múltiples ungüentos para los que se utilizaba diversamente la miel, la leche, la clara de huevo, el vino, el azúcar cande, el azafrán, el alcanfor o la manzanilla, así como también la hiel de ternero, la sangre de erizo, el polvo de conchas de sepia, la miga de pan blanco, el queso blando o la leche cuajada. La orina merece mención aparte; su utilización para hacer baños de ojo se remonta a la Antigüedad y este uso se ha perpetuado hasta nuestros días en algunas zonas rurales de Grecia, de las Filipinas o de la India.

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